Hay cosas de lo que los españoles nos sentimos plenamente orgullosos, de nuestras playas, de nuestras ciudades, de nuestro Sol, gastronomía, ambiente y carácter latino. Los españoles tenemos fama de una constante división acerca de todo tema que pueda tener relevancia, si tenemos una cosa en común y esa es Madrid.
Especialmente nosotros nos enorgullecemos de la joya de nuestra corona, no hay que olvidar que yo soy de Madrid para empezar, y trataré de transmitirles este sentimiento que emborracha mi mente cada vez que piso la capital española, empezando por decirles que por más que le cuente hay que vivirlo para saber de lo que hablo, me dejo mil historias, mil cosas por hacer, pero esas las haréis vosotros.Y esté, mi día en Madrid
Primera parada estación de Atocha, nueva, impecable, flamante estación de salvaje verde dentro del hierro y hormigón, recuerdos duros y devastadores guardan las paredes. Salimos y la ciudad abre las puertas como una sonrisa, ya huele a Madrid.
Cojo rumbo al parque del Retiro, si lo vuestro es la naturaleza más que calles, coches y aglomeración ese es vuestro sitio. Ese parque tiene una pureza especial, nunca se acaba de recorrer entero y no hay día que por muchas horas tenga tendrás tiempo para hacer todo lo que deseas y vuelves a la mañana siguiente para acabar lo empezado.
Como dijo Sabina el Sol es una estufa de butano, y yo pongo rumbo a Sol. Plaza de grandes alegrías de recibimientos de años y promesas por cumplir en la decimotercera uva de la puerta del Sol. Levantas la vista al Tío Pepe, estrella de los tejados de Sol. Km cero de nuestro país, todos los caminos te llevan a ti, donde se cruzan y cada uno a un sitio, a una nueva historia, pero te sientas mientras ves a la gente pasar, eligiendo destino escogiendo algo nuevo que vivir. Maldita ciudad.
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Ahora lo que me apetece es beber una cerveza helada y que mejor sitio que la Latina, encuentro de buena gente con un rollo especial de carácter afable y gran conversación, indúes que regalan rosas y cervezas si sabes caerles bien. Subo hasta la azotea del Viajero y pido una Mahou, contemplo las vistas que me ofrece Madrid mientras me pongo las gafas de sol. Respiro hondo y espiro calma.
Ella era todo para mí, solo la gente que se pierde por sus calles, cuando no te das cuenta de dónde estás, ese momento en el que nos ponemos nerviosos intentando enderezar el camino, empiezas a leer las frases del barrio de las letras, te das cuenta del significado que tanto escuchaste de Madrid al cielo, pasa el tiempo, ella es arte y te estas enamorando de ella.
Madrid es ella, y yo solo una de sus calles.
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